![]() |
Detrás
de la pandemia que acoge al mundo actualmente, son muchas las noticias que
hablan sobre el origen del coronavirus, pero ninguna en sí llega a un mismo
punto y más bien se pueden tomar como distintas teorías que acechan a la
sociedad y alimentan su curiosidad.
Una de
las noticias que surgieron a partir del coronavirus, fue la que contaba que las
autoridades chinas, iraníes y rusas, en sus recientes declaraciones, señalaron
que la actual crisis de salud pública que ha provocado el coronavirus podría
venir de armas biológicas fabricadas por EE.UU.
Los defensores
de esta teoría apuntaron a la presencia de tropas estadounidenses en la ciudad
china de Wuhan unas semanas antes del brote: un hecho que Pekín confirmó
oficialmente.
Las
autoridades rusas también dan como buena esta teoría. Incluso el líder del
Partido Liberal Demócrata ruso (LDPR, por sus siglas en inglés), Vladimir
Zhirinovski, subrayó que EE.UU. cuenta con varios laboratorios secretos cerca
de China y Rusia y que, desde hace 20 años, tratan de crear una arma biológica
contra los rusos, pero no ha tenido éxito y, por eso, lo ha hecho contra los
chinos.
La
pandemia también ha sido vista desde la perspectiva de escritores y artistas
que pudieron “adivinarla”. Tal es el caso de la obra de Dean R. Koontz “Los
ojos de la oscuridad” (1984). En este, siendo su libro más famoso, parece
anticipar de la pandemia del Covid-19, que describe como “el arma biológica más
importante y peligrosa de China en una década”.
Sin
duda, lo que Koontz describe es de tal exactitud que parece no ser ficción.
Sobre todo, cuando en una de las páginas, dice: “Alrededor de 2020 una
enfermedad grave similar a la neumonía se esparcirá por el planeta, atacará los
pulmones y los bronquios y será resistente a todos los tratamientos conocidos.
Casi más desconcertante que la enfermedad en sí será el hecho de que se
desvanecerá de pronto, tan velozmente como llegó, para atacar una vez más diez
años más tarde, y entonces desaparecer completamente”.
Aunque,
es pertinente mencionar que en realidad, lo anteriormente mencionado no es
verdad. Dicha información es un ejemplo de las fake news que han estado circulando en redes sociales. El escritor
Dean Koontz no ubicó al virus en China sino en la Unión Soviética, y el
Wuhan-400 se llamaba en realidad Gorki-400. La página que menciona el 2020 como
el año del brote de la enfermedad fue añadida recientemente para engordar la
realidad y con ello generar más ganancias para la editorial.
Es fácil
crear teorías desde el anonimato, tal como hacen los que difunden la supuesta
conspiración a través de las redes sociales. Y es más fácil aun desmentirlos.
China ha perdido mucho con el coronavirus, su producción está en el nivel más
bajo desde 2004 y sus pérdidas económicas podrían alcanzar hasta los 237 mil
millones de dólares. También, eso de que propició la baja de precios al
petróleo tampoco es cierto. Se originó por el enfrentamiento de Arabia Saudita,
principal productor en el mundo de petróleo, con Rusia por participación en el
mercado.
En tiempos de incertidumbre, no pueden faltar las teorías
de conspiración con respecto al coronavirus. Las redes sociales y las cadenas
de mensajería instantánea como WhatsApp, son el medio ideal para intercambiar
algunas teorías realmente exageradas y llenas de posverdad.
Aunque la tesis de la sopa de murciélago ha sido derribada
por la comunidad científica (como dieron cuenta la BBC y otros medios), existen
otras versiones sobre el origen de este virus.
¿El coronavirus es culpa del 5G?
Esta teoría afirma que la tecnología 5G que ya era usada en
Wuhan China, fue la causante del brote de coronovirus debido al afecto
cancerígeno que tenía en los humanos.
La implementación del Nuevo Orden Mundial
Hay información que circula en la web y que relaciona al
covid-19 con un NWO (o Nuevo Orden Mundial) con base a fechas cabalísticas de
cada 100 años, cuando supuestamente ocurren pandemias, (1720, 1820, 1920 y
claro, 2020) perpetradas por mentes siniestras con el fin de reducir a la
población del mundo e implementar un dominio al estilo de la novela “1984”.
Según CNN en español, las fechas no concuerdan, sino que están ajustadas para
que parezca que efectivamente ocurren cada siglo.
La Luz del Mundo y el Coronavirus
Esta teoría afirma que el coronavirus es un "castigo
divino" por la injusticia contra el líder de la iglesia mexicana de la Luz
del Mundo, el cual ha permanecido detenido en Estados Unidos por abuso y
corrupción sexual de menores.
El tren del coronavirus
A finales de marzo, un hombre de 44 años llamado Eduardo
Moreno, fue detenido acusado de intentar descarrilar un tren cerca de Los
Ángeles, CA. El motivo, sus sospechas de que el convoy transportaba cepas del
coronavirus a un barco de la marina estadounidense.
La teoría de Ovidio Guzmán
Esta teoría difundida en Whatsapp, afirmaba que el nombre
Covid-19 provenía de “C” de Chapo Guzmán y “Ovid” de “Ovidio Guzmán”, hijo del
mismo “Chapo” quien fuera capturado y luego liberado en 2019 (y por eso el
-19).
Estas y más teorías han surgido, pero hay que recordar que
necesitamos saber discernir de lo verdadero y falso e informarnos
correctamente.
Por
otro lado, Estados Unidos explora la posibilidad de que el coronavirus haya comenzado
en un laboratorio chino y no en un mercado Un funcionario de inteligencia
familiarizado con el análisis del Gobierno dijo que una teoría que los
funcionarios de inteligencia estadounidenses están investigando es que el virus
se originó en un laboratorio en Wuhan, China, y fue liberado accidentalmente al
público.
Otras
fuentes le dijeron a CNN que la inteligencia de EE. UU. no ha podido corroborar
la teoría, pero está tratando de discernir si alguien fue infectado en el
laboratorio por un accidente o por un manejo inadecuado de los materiales y
puede haber infectado a otros.
La
teoría del laboratorio ha sido negada por el Gobierno chino y muchos expertos
externos también han puesto en duda la idea, informó CNN anteriormente. Una
fuente cercana al grupo de trabajo sobre coronavirus de la Casa Blanca también
advirtió que “cada vez que hay un brote alguien propone que el virus u otro
patógeno salga de un laboratorio”.
Según un artículo llamado "El Covid-19 y el problema de la verdad", la
explicación del mercado de Wuhan parece plausible. Además, resulta
reconfortante poder confiar en la sinceridad de las autoridades. La
desconfianza permanente nos lleva al estrés mental y al desasosiego.
En
primer lugar, las propias características del Covid-19, muy peculiares respecto
a todos los demás coronavirus conocidos hasta ahora. Baja tasa de letalidad,
pero altísima resistencia fuera del cuerpo humano, largo periodo de incubación
sin síntomas: todo lo cual facilita una transmisibilidad o contagiabilidad sin
precedentes. Sólo produce efectos graves en un porcentaje muy pequeño de
individuos, pero constituye el virus ideal para producir no una verdadera
pandemia pero sí una epidemia de pánico social a escala planetaria, contando
con la inestimable labor de los medios de comunicación de masas.
Bien,
de acuerdo, todo esto es cierto; pero vamos a introducir algunas precisiones. En
primer lugar, el Covid-19 es muy peculiar como coronavirus, y (según reconocen
expertos en bioterrorismo e inteligencia militar) parecería completamente
adaptado a una finalidad de guerra psicológica e ingeniería social, dadas las
particulares características de las sociedades desarrolladas contemporáneas. Y
en cuanto a la opinión de los científicos, tengamos en cuenta que entre la
mayoría de virólogos que afirman que el coronavirus de Wuhan es de origen
natural puede haber, simplemente, un conocimiento insuficiente o superficial
del tema. Creo que todo esto que digo no es absurdo, pero desde luego tampoco resulta
aun mínimamente concluyente. ¿Hay alguna razón más para dudar de la tesis del
origen natural del Covid-19?
En
primer lugar, desde hace ya al menos un par de décadas existe la posibilidad
técnica de manipular virus por ingeniería genética para crear virus-quimera. Si
estuviésemos, digamos, en 1980, esto aún no habría sido posible. De manera que
la capacidad técnica ya está disponible, dado el estado de desarrollo de la
bioingeniería actual.
En
segundo lugar, existen laboratorios dedicados a este tipo de experimentación,
dentro de programas de guerra bacteriológica o de proyectos sanitarios civiles
pero susceptibles de uso militar. El laboratorio P-4 de Wuhan es uno de ellos
(aunque esto no signifique necesariamente que el Covid-19 haya sido desarrollado
allí).
En
tercer lugar, sabemos que, desde hace varios años, se está experimentando en la
creación de coronavirus con “capacidades mejoradas”, tal como se deduce de la
lectura del artículo publicado en Nature Medicine en noviembre de 2015 que
motivó, pocos días después, la información ofrecida por el programa de la RAI
TGR Leonardo sobre los experimentos chinos con coronavirus. Es cierto que el
virus del que se hablaba en ese programa no era el Covid-19, pero también lo es
que se informaba de que se estaba investigando sobre la posible modificación de
coronavirus para que pudiesen pasar directamente del murciélago al tracto
respiratorio humano. Como mínimo, resulta lícito preguntarse bajo qué
directrices y con qué propósitos se efectúan tal tipo de investigaciones.
En
cuarto lugar, en marzo de 2020 un grupo de científicos indios se atrevió a
hacer público un análisis que mostraba las inserciones artificiales en la
secuencia genética del Covid-19: unas inserciones que servían para construir la
“llave” que le sirve al Covid-19 para “abrir la cerradura” de las células del
aparato respiratorio humano e infectarlas (pero, como ya hemos dicho, siguiendo
un proceso inusualmente lento, de manera que el sujeto pase varios días
asintomático, dándole así tiempo a infectar a otras muchas personas y extender
la enfermedad). Sin embargo, ante las enormes presiones recibidas, estos
científicos indios fueron obligados a retractarse y, de hecho, ya en la segunda
quincena de abril de 2020 su investigación parece haber desaparecido de
Internet, o al menos haber quedado sospechosamente oculta en páginas de difícil
acceso.
Y en
quinto lugar, una voz de reconocido prestigio como el virólogo francés Luc
Montagnier, descubridor del VIH en 1983 y Premio Nobel de Medicina en 2008, ha
dicho públicamente que, después de estudiar la secuencia genética del Covid-19,
le parece evidente que se trata de un virus diseñado en laboratorio, y que
nunca podría haber surgido por una mutación al azar. Parece lógico pensar que,
si se ha atrevido a decirlo, se debe a que sabe que su prestigio científico y
su posición personal lo convierten en una figura inatacable. Es decir, lo
piensa y puede permitirse el lujo de decirlo públicamente. Eso no significa que
no pueda equivocarse (el argumento de autoridad nunca es definitivo), pero al
menos da que pensar.
Hay
otra teoría que se refiere al tema del chip subcutáneo, del “microchip 666” o
“Marca de la Bestia” que se lleva tiempo diciendo que algún día querrán
implantarnos para suprimir definitivamente el dinero físico y tener controlada
a la población hasta límites inimaginables. Esta teoría surgió porque el 26 de
marzo de 2020 Microsoft, la megacorporación de Bill Gates, registró en la
Organización Mundial de la Propiedad Intelectual de Naciones Unidas, una nueva
patente para obtener criptomonedas usando datos de actividad corporal humana:
es decir, un dispositivo digital que coincide, punto por punto, con lo que la
cultura popular ya conoce como el “microchip 666”. Incluso el número oficial de
la patente fue “2020/060606”.
Así
como estas y otras teorías que han surgido, no existe un punto exacto que diga
cuál de todas es la verdadera. Desde mi opinión, me cuesta difícil discernir
porque a veces la realidad supera a la ficción, pero en este caso, considero
que hemos sido influenciados y bombardeados por infinidad de noticias falsas y
generamos este pánico e histeria.
Comentarios
Publicar un comentario